No es tarea fácil ser mujer y mucho menos en un mundo laboral diseñado por hombres. El 8 de marzo no es una celebración, es un recordatorio de las injusticias, los obstáculos y las agresiones que por décadas han predominado en contra de las mujeres.
Los espacios de las mujeres en el contexto profesional son relativamente nuevos, pero ¿Qué representa para nosotras? La lucha y los anhelos que generaciones previas tenían en su día a día.
Poder ejercer profesionalmente no debería ser considerado un privilegio, pero aún hoy en día lo es. De ninguna manera hay que comparar las batallas actuales con aquellas que las mujeres de antaño enfrentaron: el derecho al voto, a una educación, a la libertad sexual y un sin fin de garantías individuales que parecían inalcanzables.
Aún falta mucho por hacer y no solamente un día o un mes al año. Tú, mujer, eres vista, eres entendida y se sabe que detrás de cada una hay un sin fin de esfuerzos sobrehumanos para llegar al puesto, lugar o trabajo que ocupan hoy.
¡Sintámonos orgullosas de ser mujeres! ocupemos con dignidad los espacios que durante tantos años se nos negaron y aún tenemos que reclamar, exigiéndonos a nosotras mismas el doble o hasta el triple de esfuerzo para demostrar nuestro valor.