Si te propusieras trabajar en una empresa, esta decisión puede venir desde la necesidad o el mero gusto, pero cualquiera que fuera el trasfondo, no podemos tomar esa diferenciación como algo que determine la calidad, porque en teoría, ambas “deberían” sumar valor a nuestra vida; aunque empiece en el ámbito laboral, el impacto será a nivel personal, siempre.
Es por esto que, hablar del balance entre “ambas vidas”, puede sonar como una falacia, pareciera que se lo dejamos a otras personas o, a los sacrificios que debemos hacer; cuando la realidad es completamente otra.
El medidor del equilibrio lo estableces tú… sí, tú y nadie más; ¿por qué? Porque la estabilidad se logrará a partir de las decisiones que tomes. Vivimos en un momento, donde afortunadamente, las empresas están abriendo las puertas a que le des un vistazo a las propuestas de valor al empleado que han generado en los últimos años. El movimiento #4DayWeek, tener vacaciones ilimitadas, contar con procesos bien establecidos, traducir momentos en experiencias, tener canales de comunicación claros y abiertos… Son solo ejemplos de lo que una empresa puede hacer, y en consecuencia, generar un ambiente laboral ágil, eficiente y colaborativo.
Una vez que alineas tu “yo personal” con tu “yo laboral”, tu búsqueda se basa en coincidir con las ideas y cultura de una organización, el balance existe por sí solo. No digo que no se requiere esfuerzo, eso es una certeza, pero no tendrás que pelear ni mucho menos sufrir para lograrlo, lo vas a trabajar día con día.
No está mal querer hacer de todo, no está mal soñar… No es del todo incorrecto presionarnos a querer ser mejores; pero hay que ordenar eso con los esfuerzos, apoyarse de herramientas tecnológicas, útiles, tener un pensamiento ágil y formarse en las líneas de una organización que aporte el valor necesario para ser eficiente en la VIDA; no solo en lo profesional. Vendrán días difíciles, pero si tienes sueños, esas 24 horas serán un aprendizaje, que el día de mañana, se convertirán en una fortaleza.
El equilibrio en la vida, no significa que el tiempo dedicado a trabajar y el que pasas en familia o descansando sea igual; el balance nace cuando tus prioridades se alinean a tus sueños, impulsados por tus ganas, teniendo cabeza fría y pies de plomo. Se alcanza cuando migras de un mindset limitado, a uno retador. Se logra abrazando los fracasos e identificando los logros.
La balanza está en tus manos, sé estratega al momento de acomodar los elementos y reajusta cada vez que sea necesario. La única condición: Nunca dejes de soñar y llévalo a la acción. Si al despertar o irte a dormir, tienes algo por lo que dar gracias y sonríes, sigue adelante, lo estás haciendo espectacular.